Daniel Goleman causó impacto en 1995 con su obra Inteligencia
emocional, que ha sido un best seller en diversos países. Sin embargo, el
término de inteligencia emocional no lo crea Goleman, sino que procede de Salovey
y Mayer (1990).
“La inteligencia emocional consiste en la habilidad de manejar los
sentimientos y emociones, discriminar entre ellos y utilizar estos
conocimientos para dirigir los propios pensamientos y acciones”.
Salovey y Mayer (1990), Goleman recoge este concepto y lo divulga.
Para Goleman, la inteligencia
emocional es un concepto que amplía la significación incluyendo la habilidad para motivarse y persistir frente a las
frustraciones, controlar impulsos y demorar gratificaciones, regular los
estados de humor, evitar que las desgracias obstaculicen la habilidad de
pensar, desarrollar empatía y esperanza. En opinión de Goleman,D (1996), el
CE (coeficiente emocional) puede sustituir en un futuro al CI (coeficiente de
inteligencia) que ya lleva cien años de existencia. Este planteamiento se basa
en que la inteligencia es una meta-habilidad, que determina en qué medida
podremos utilizar correctamente otra habilidades que poseemos, incluida la
inteligencia. Coincidiendo con Shapiro, L.E. (1998) la inteligencia emocional
es, pues, una de las habilidades de vida que deberían enseñarse en el sistema
educativo.
Para Goleman, Daniel (1997) la
inteligencia emocional consiste, de forma más concreta en:
·
“Conocer
las propias emociones”: Tener conciencia de las propias
emociones es la competencia emocional fundamental sobre la cual se construyen
las demás, incluidos el auto−control. Es necesario distinguir entre conocer las
propias emociones y el controlarlas. En la medida en que uno percibe que tiene
emociones negativas que le desestabilizan tiende a actuar para cambiarlas. De
esto se deriva la importancia de potenciar el desarrollo del vocabulario
emocional desde el sistema educativo.
·
“Manejar
las emociones”: El equilibrio emocional es el objetivo fundamental
de este punto. Aunque desde la perspectiva de la educación emocional lo que
interesa es el control de las emociones, no se puede perder de vista una
concepción más integradora como nos afirma Segura, M, Arcas, M (2003). Es desde
esta perspectiva integradora que vamos a referirnos al autocontrol. Entre las
formas de manejar las emociones negativas están las siguientes:
reestructuración cognitiva, relajación, ejercicio físico, diversiones, tener
éxito, ayudar a los demás.
·
“Motivarse
a sí mismo”: Lo que realmente se necesita saber, desde el sistema
educativo, es si un individuo seguirá adelante cuando se encuentre con
dificultades, fracasos y frustraciones, de acuerdo también a Salmurri, F,
Blanxer, N, en R. Bisquerra (2002). Programa para la educación emocional en la
escuela Motivarse a uno mismo está relacionado con la inteligencia emocional en
el sentido de que las emociones son un factor de motivación.
Algunas sugerencias de cara a la
automotivación son las siguientes: control del impulso, optimismo y esperanza,
saber reconocer las emociones de los demás, Titchener utilizó por primera vez
la palabra empatía en los años veinte haciendo de uso de esta palabra también
Vallés, A. (1998). Autoconcepto y autoestima. Madrid: Escuela Española. La empatía
se construye sobre la toma de conciencia de sí mismo (cuanto más abiertos
estemos para captar nuestras propias emociones, más fácil nos será reconocer
las de los demás y consiste en comprender lo que otras personas sienten en
diversas situaciones.
El Informe Delors (UNESCO 1996),
concluye que la educación emocional es un complemento indispensable en el
desarrollo cognitivo y una herramienta fundamental de prevención, ya que muchos
problemas tienen su origen en el ámbito emocional. La educación emocional tiene como objetivo ayudar a las personas a
descubrir, conocer y regular sus emociones e incorporarlas como competencias
EDUCACION EMOCIONAL
Algunos de los objetivos de la
educación emocional a modo de ejemplificación son:
-Adquirir un mejor conocimiento de
las propias emociones.
-Identificar las emociones de uno
mismo y de los demás.
-Denominar a las emociones
correctamente.
-Desarrollar la habilidad para
regular las propias emociones.
-Desarrollar la habilidad para
generar emociones positivas.
-Desarrollar la habilidad de
automotivarse.
-Conseguir una actitud positiva
ante la vida.
Por último, la educación emocional, en todos estos
aspectos, prepara a las personas para la adquisición y asimilación de
estrategias. En este proceso de educación deben intervenir como ya he dicho
anteriormente la familia, la escuela y el propio entorno, con el objetivo de
favorecer el desarrollo de un individuo autónomo, crítico y capaz de mantener
buenas relaciones.
Cinco destrezas imprescindibles.
Bisquerra, D, (2009) sostiene lo siguiente:
Mejorar nuestra inteligencia emocional pasa por dominar
cinco habilidades fundamentales, las denominadas COMPETENCIAS EMOCIONALES:
-Tener conciencia emocional; poder reconocer las
emociones y sentimientos que nos afloran.
-Lejos de reprimir estas
emociones, hay que saber regularlas ante situaciones tanto favorables como
adversas.
-Empatía, de saber ponerse en la
piel de los demás y comprender sentimientos ajenos.
-Habilidades sociales, el saber
tratar con quien nos rodea y establecer lazos sanos y duraderos.
-Habilidades que promueven la
construcción del bienestar personal y social.
EMOCION:
Etimológicamente,
el término emoción viene del latín emotĭo-ōnis que significa el impulso que
induce la acción.
En
psicología se define como aquel sentimiento o percepción de los elementos y
relaciones de la realidad o la imaginación, que se expresa físicamente mediante
alguna función fisiológica como reacciones faciales o pulso cardíaco, e incluye
reacciones de conducta como la agresividad, pasividad o asertividad.
Robert
Plutchik identificó y clasificó las emociones en el año 1980, propuso que los
animales y los seres humanos experimentan 8 categorías básicas de emociones que
motivan varias clases de conducta las cuales pasaré a mencionar:
1.
Temor,
2.
Sorpresa,
3.
Tristeza,
4.
Disgusto,
5.
Ira,
6.
Esperanza,
7.
Alegría y
8.
Aceptación
Cada
una de estas nos ayudan a adaptarnos a las demandas de nuestro ambiente aunque
de diferentes maneras.
Según
Plutchik, las diferentes emociones se pueden combinar para producir un rango de
experiencia aún más amplio:
-La
esperanza y la alegría, combinadas se convierten en optimismo;
-la
alegría y la aceptación nos hacen sentir cariño;
-el
desengaño es una mezcla de sorpresa y tristeza.
“No somos responsables de las
emociones, pero sí de lo que hacemos con las emociones”. (Jorge Bucay)